25/11/10

¡No me dejaron entrar!

¡No me dejaron entrar a la Biblioteca de la Universidad de Salamanca! Abrí la puerta de vidrio porque había gente adentro. "¡No!" me gritó un hombre de campera marrón y corderito en el cuello "¡Es para catedráticos!¡¡Psst!!" y me quedé mirando a través del cristal en el medio de un perdón poco convencido y un enojo seguro. Pero no me fui, me quedé. Me di cuenta de que si movía la cabeza podía ver lo que una mujer en el centro mostraba, me di cuenta también que si acercaba el oído también escuchaba. Vi partes de libros antiguos abiertos al medio, vi los guantes de tela para maniobrarlos, escuché "incunables", "pergamino", "tinta de nuez" y no necesité más. Lo prohibido se mostraba como a través de una cerradura y alcanzó. Alcanzó para que yo viera a estudiantes de todas las épocas pasar sus manos y sus ojos por esos escritos, para que me preguntara si apoyaban la mano en la cabeza o leían pasando el dedo. Alcanzó y mis imágenes construidas a partir de las pocas fuentes de lo prohibido se hicieron grandes, deliciosas, llenas de manzanas del árbol del bien y del mal. Y me fui, tranquila, porque me habían echado del paraíso, pero no habían podido evitar que comiera su fruta.

Los textos prohibidosEs muy probable que cada uno de nosotros haya accedido a un libro prohibido y posiblemente no haya olvidado el placer de ese encuentro entre tembloroso y urgente.
¿Es posible recuperar algo de esta sensación al contar una historia o al explicar algo sobre una pieza?

Sí, si se da oportunidad al otro de completar con su imaginación lo que se cuenta. Poder ofrecer relatos o explicaciones en donde no todo esté dicho y donde queden zonas oscuras es una manera de guardarse algo para que el otro lo busque.
Sí, si se atraviesa el texto o el saber que se quiere contar con todo el cuerpo y se lo entiende como "desacomodador" y desafiante.
Va un texto de Ma Teresa Andruetto:
¿ Cómo se hace para estar en el centro y en los márgenes? En toda cultura trabajan dos mecanismos contrapuestos: la tendencia a la variedad y la tendencia a la uniformidad. También sucede eso al interior de cada escritor y entonces la escritura se coloca en un punto de tensión entre esos dos extremos: diversidad/ uniformidad. Mientras preparaba estas líneas me llegó una entrevista a Enrique Butti. Leo un párrafo porque dice, de un modo más eficaz que el de mis palabras, la posición en que me interesa colocarme a la hora de escribir: Lo que debe preocuparle al escritor es tratar de escapar de sus límites o, por lo menos, tratar de cavarse túneles, fosos, pozos, ir más allá. Nuestra época canta loas a los escritores bien pautados y de senderitos asfaltados, cuando no de bien señalizadas autopistas. La alternativa la constituyen los autores que, merced a su vagabundeo, han dilatado los alcances y la amplitud de su estilo, autores preocupados no por estampar su firma en cada línea de sus libros, sino arrebatados por saltos mortales siempre más allá...” ANDRUETTO, María Teresa: (2006), en http://www.teresaandruetto.com.ar, http://www.teresaandruetto.com.ar/pagina-viva.htm, [fecha de consulta: abril, 2010].

No hay comentarios:

Publicar un comentario