30/11/10

Los muertos vivos


"Te juro que esta historia es verdad, le pasó al primo del tío de mi mejor amiga" nos dijo Ester antes de que empezara el fogón. Era sexto grado y el momento de lavar los platos. Frente a la pileta las cinco o seis que éramos no tuvimos problemas en cerrar la canilla. Nos miró fijo antes de empezar y nos acercamos para escuchar su cara iluminada por las pocas estrellas aparecidas . Empezó el relato y nuestras almas se apretaron en un viento quieto. La historia tenía una ruta de pocos autos, una niebla que no dejaba ver, una madre en busca de ayuda, un accidente, un hombre que decidía auxiliar a la mujer... Pero cuál, cuál era el motivo de tanta promesa ralentada...que en el auto donde estaba el niño llorando se vía un cuerpo inerte: era la dama que acababa de traspasar las fronteras de la muerte para pedir socorro

Un cuarto oscuro
Hay una sala del Museo del Convento de San Esteban de Salamanca que muestra el lugar en donde se reunían los frailes dominicos a discutir distintos temas. Está en penumbras, apenas unas luces que apuntan al piso. Una voz grave invita a tocar las paredes, como en el museo de inmigrantes de Nueva York* se nos permite mezclar nuestro ADN con el de las manos de estos personajes que ya no son de este mundo (Bedford; 2010, pag 6). La voz vuelve a hablar, pero esta vez nos pide que miremos al piso. Hay tumbas, tumbas anteriores a la época de las reuniones, tumbas que precidían los encuentros de los monjes, tumbas que hacían sonar las palabras de los vivos en consonancia con la de los muertos.

Los cuentos rodados
Cada vez que se cuenta una historia hay algo del pasado que se actualiza. Para que un relato exista es necesario que el tiempo deje atrás el momento de la invención, inevitablemente el presente nos lleva a comunicarnos con voces que ya no existen. Aunque el autor viva, al dejar la letra por escrito apaga su presente.
Si escucho Caperucita mañana podré dialogar con mi abuela sentada en su sillita de madera lustrada, o con una muchacha de la corte francesa que se muerde los labios al escuchar que los hombres son como lobos, o con mi hermano a los cinco años de espaldas a quién leía, pero escuchando atentamente. Los dominicos que discutían en esa sala lo sabían, eran conscientes de que los muertos revivían de alguna manera cada vez que ellos se juntaban allí, y sabían también que algún día ellos ocuparían su lugar para iluminar a los vivos. Haber estado en esa sala hace unos días hizo que yo fuera parte y la piedra de las paredes ahora también es testigo de de mi paso por allí.

Para seguir pensando
Me gusta pensar que en los museos siempre estamos "a lo oscuro" comunicándonos con distintos pasados. La pregunta es cómo hacer para que los muertos no se conviertan en enemigos voraces sino en nuestras raíces para vivir mejor nuestro presente. Los cuentos, claro, siempre son buena idea, especialmente si ya vienen rodando hace mucho porque es probable que las voces que traen tengan que ver con las preguntas del mundo y sus posibles respuestas.
¿Qué películas o relatos hablan de esto? Van dos al paso y espero que me manden otras/os
"Los otros" película de Alejandro Amenábar
"El pájaro azul" de Maeterlinck


*Lower Eastside Tenement Museum

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