26/4/21
Caja de otoño
21/4/21
Una escuela a un click de distancia- Artículo nuevo
Acá de lo más contenta con la nueva publicación de "El toldo de Astier" (Revista de la Universidad de La Plata) donde aparece un artículo que escribí sobre la experiencia de escuela rodante que hicimos en la ciudad de Azul el año pasado.
17/4/21
Cosas que pueden pasar entre imagen y texto
Desde que empecé con los cuentos en museos me interesó ver qué pasaba en el espacio que hay entre las imágenes y los textos. Descubrí algunas cosas:
- La tensión entre la movilidad de una historia y la quietud de la imagen está siempre presente y hay que trabajar con eso. Chris Van Allsburg, en “Los misterios del sr Burdick” juega con escenas llenas de detalles que invitan a detenerse mientras unos títulos sin cuento nos piden que pongamos acción.
- Los idiomas de las imágenes y los textos hablan en diferente lengua. Aprovechar lo que trae cada uno multiplica los sentidos. Oliver Jeffers en “Perdido y encontrado” lo hace al contar la historia con frases que enfocan en las lógicas del niño al mismo tiempo que muestra en imagen la compañía callada del pingüino.
- No siempre el vínculo es armónico. Compiten cuando uno se muestra como principal y el otro como subsidiario, se dan la espalda cuando funcionan como una cáscara de poco vuelo, y son controladores cuando obligan a una sola interpretación. Muchos museos de arte siguen pensando así con carteles que solo indican datos técnicos sin ocuparse de ofrecer palabras que traduzcan la diversidad de líneas que puede abrir una obra.
- La elocuencia del que mira o escucha depende en gran medida del espacio que se dé para sus construcciones. En el cuento "Cambios" de Anthony Browne la historia relata un día común mientras en la imagen pasan cosas extrañas. Los sentidos quedan abiertos y el juego entre esas palabras y las ilustraciones se llenan de posibilidades. El final da la estocada final que ilumina toda la historia.
14/4/21
¿Yo prefiera?
Para los que no saben estoy hace dos meses viviendo en la ciudad de Talca en Chile. Las caminatas tienen horario por estos tiempos, pero alcanzan para dejar que los ojos raspen un poco las veredas. El otro día se me apareció este cartel y me quedé pensando en el “prefiera” que me dejó en un vaivén entre modo imperativo y subjuntivo que desordenó las filas prolijas que pedía la señorita Liliana... La gramática dura se me volvió bicho de luz (¿o araña?) y empecé a tejer frases en el aire…
Me aparecieron algunas pret a porter:
“Hijo prefiera bañarse, prefiera hacer la tarea, prefiera no quejarse, ni llorar, ni argumentar, cuando se apaga la tablet…”
Otras tomaron rumbo épico:
“Estudiantes prefieran no ser callados, prefieran hacernos preguntas sin respuestas, prefieran creer en ustedes mismos, en los imposibles y en las galletitas que no caen del lado de la mermelada…”
Y las últimas quedaron abiertas a las narices:
“Prefiera pasar el dedo por las tortas de chocolate, prefiera detenerse a mojarse con la lluvia, prefiera ponerse debajo del mantel o la sábana o el pañuelo cuando se levanta con dos manos para formar un cielo flotante y liviano...”
Y acá, vuelta a mi casa, me apareció un imperativo no subjuntivo para el próximo cuento:
"Prefiera yo enamorarme de los verbos conjugados que son capaces de salirse de la raya y titilar en medio de una vereda rota."