Para mi mamá
Mientras recorro este museo voy sintiendo una felicidad en forma de cofrecito. Uno azul, claro, de esos suaves, como los que sacábamos de la caja de chucherías para probarnos las joyas "antiguas". Acá hay mucho para abrir y tocar y las historias de la biblia se van apareciendo como anillos y pulseras conocidas. De Moisés a San Pablo y de Marta a María están todos. Cada uno con su cuento al pie de la lengua y separados apenas por unas casillas de distancia.
Como no entiendo el alemán, busco entender a partir de las cosas que se ven. Los imágenes vuelven a tener una información que no leía hace rato! si hasta puedo sentir, tocar, pesar, la cantidad de monedas en la bolsa del buen samaritano!
Me pienso de cuatro años y aunque estoy alta y sin chupetines en los bolsillos, sorprendentemente estoy más parecida a mí. Si estuvieras no dejaría de mostrarte lo que fuera encontrando para pedirte que me contarás por vez treinta la historia de las magdalenas de la familia o de ese tío que los tenía a todos con el "jesús en la boca".
Un beso grande y a la vuelta te cuento del desierto con tienda que tienen en el segundo piso!
Foto tomada de la página de Bibelhaus |
Entrada al museo |
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