26/6/20

¿Para qué los museos ahora?

Y en estos días me pregunto...
qué rol tienen los museos en este tiempo de cuarentena? 
Qué es lo que de verdad estamos buscando 
y ellos nos pueden ofrecer? 

¿Queremos reconectar con nuestros ancestros para sentir que nos palmean las espaldas?
¿Queremos vivir experiencias de esas que, como dice Jorge Larrosa, nos sacan del lugar común y nos llevan a terrenos desconocidos?
¿Queremos conversar de una manera más potente entre conocidos y extraños poniendo en juego eso de “lugar seguro para preguntas inseguras” que nombra Elaine H. Gurian?

No lo sé. 
Alguna respuesta encuentro en la torre de Montaigne. Esa donde se encerró tantos años a escribir sus ensayos en medio de las guerras de religión en Francia. Si hay algo que impacta de su historia es saber que en los tirantes del techo había escrito las frases de poetas antiguos que más lo conmovían . Esas palabras lo acompañaban cada día cuando se sentaba a escribir. Estaban ahí abiertas, seductoras, presentes, cobijantes, húmedas, interpeladoras, envolventes...Y probablemente tuvieron mucho que ver en su manera de atravesar el dolor...Ese dolor que apenas nombró por los bordes, pero que habitó desde un lugar personal y lleno de vida en medio de la muerte. Un modo en donde la imaginación y el silencio exterior también fueron de la partida. 

“El siglo en que vivimos, por lo menos en lo que a nuestros climas toca, es tan pesado de atmósfera que no ya la ejecución sino hasta la sola imaginación de la virtud es difícil” (Montaigne, Capítulo XXXVI Del joven Catón, 2011) 

Los caníbales de Michel de Montaigne. Rouen, 1562 – Hyperbole

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