5/11/17

El cuerpo en escena. Algunos apuntes para narrar un cuento (Parte 3)

La escoba de la viuda de Chris Van Allsburgh
"Oímos había una vez 
y vemos a un narrador parado como una vara. 
Oímos un toro 
y vemos que los ojos se le vuelven redondos.
Oímos y una niña que no le tenía miedo 
y vemos piernas plantadas, mentón hacia arriba, manos en cintura, 
y sonrisa a campo traviesa de una cara a tranquera abierta"

El cuerpo necesita peso para poder volar
Nuestros cuerpos pesan y se pesan. Ocupan el escenario para contar la historia. Son dibujos hechos de una tinta que se escurre para que los ojos también escuchen. 

A veces nos sentamos para transmitir que queremos estar cerca y que tenemos tiempo para lo íntimo.
Y otras elegimos quedarnos de pie para ser como los artistas de las plazas y soltar las palabras como si fueran malabares.

Desde el primer momento hablamos con nuestra postura, la manera en que nos ubicamos
en el espacio al contar un cuento es la primera señal que damos a los oyentes.
Dora Pastoriza de Etchebarne contando un cuento a chicos de jardín de infantes.
Ella decía que la silla era un recurso
para marcar la intención de quedarnos junto a los oyentes. 
Nuestros movimientos modifican el relato, las palabras no suenan iguales si alargamos las manos o si nos encogemos. La manera en que nos mostramos se vuelve escena. El relato es también nuestro cuerpo.

"Hay días" de María Wernicke
Ser conscientes de que ocupamos espacio y que nos movemos nos vuelve cuidadosos. Tenemos que lograr que voz y cuerpo se escuchen como una sola cosa. También  que el espectador encuentre su propio lugar en medio de nuestro juego.

Somos aprendices de gacelas. Buscamos que los movimientos aparezcan de manera precisa. No queremos agobiar al oyente con excesos ni tampoco apagarle el deseo con un cuerpo que no se sabe la historia.

El cuento-piel
Para buscar afinar esta conversación es necesario pasar el cuento muchas veces, dejar que se vuelva piel. Sentirlo desde adentro y que se borde en punto cruz a los sentidos.

Es que si el cuento no se suelta desde lo profundo, no vale la pena contarlo.
¿Para qué hacer perder el tiempo al otro con un relato que no quisimos tocar?
¿Qué densidad va a tener la historia si no la dejamos vagabundear por nuestras vísceras?
¿Para qué compartir un cuento sin cuento?

Los relatos verdaderos no se guardan en la cabeza, nos recorren por las venas y se van transformando con nuestra vida.

Puerta de salida
Los invito a pasear por relatos relatos en donde el espacio se habita de diferentes maneras.
  • Valeria Pardini cuenta de pie al lado de un kamishibai la historia de una pareja que se quiere a pesar de las cacerolas y los conejos que se tiran un día por la cabeza.  Ir al video
  • Ana María Bovo de pie en el círculo rojo de las charlas TED da vida a tres fotorrelatos Ir al video  
  • Alberto Laiseca sentado en un cuarto iluminado con una lámpara que viene de arriba cuenta "El brujo postergado" dándole un tono de terror Ir al video 

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